Signos de sangre escribieron en el camino que ellos recorrieron,
y su tontería enseñaba
que con sangre se demuestra la verdad.
Mas la sangre es el peor testigo de la verdad;
la sangre envenena incluso la doctrina
más pura,
convirtiéndola en ilusión y odio de los corazones.
Y si alguien atraviesa una hoguera por defender su doctrina,
- ¡qué demuestra eso!
¡Mayor cosa es, en verdad, que del propio incendio salga la propia doctrina! *