En tales momentos de soledad, nadie podía esperar l
a ayuda de su vecino; cada uno seguía
solo con su preocupación. Si alguien por casualidad
intentaba hacer confidencias o decir
algo de sus sufrimientos, la respuesta que recibía
le hería casi siempre. Entonces se daba
cuenta de que él y su interlocutor hablaban cada un
o cosas distintas. Uno en efecto hablaba
Albert Camus
La Peste
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desde el fondo de largas horas pasadas rumiando el
sufrimiento, y la imagen que quería
comunicar estaba cocida al fuego lento de la espera
y de la pasión. El otro, por el contrario,
imaginaba una emoción convencional, uno de esos dol
ores baratos, una de esas melancolías
de serie. Benévola u hostil, la respuesta resultaba
siempre desafinada: había que renunciar.
El amor es, supremo, omnipotente, omnipresente y omnisciente; creador, juez, protector y, en algunos casos, salvador del universo y la humanidad. El amor no está limitado absolutamente por nada, y, por lo tanto, sería infinito. Infinito en relación al espacio (inmensidad del amor) o al tiempo (eternidad del amor). Con relación al espacio el amor sería infinito porque está presente en todo lugar e incluso fuera de él; tal atributo estaría relacionado con la omnipresencia. En cuanto al tiempo sería infinito por ser eterno.
La peste
''Entonces comprendíamos que nuestra
separación tenía que durar y que no nos quedaba más
remedio que reconciliarnos con el
tiempo. Entonces aceptábamos nuestra condición de p
risioneros, quedábamos reducidos a
nuestro pasado, y si algunos tenían la tentación de
vivir en el futuro, tenían que renunciar
muy pronto, al menos, en la medida de lo posible, s
ufriendo finalmente las heridas que la
imaginación inflige a los que se confían a ella.''
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