El amor es, supremo, omnipotente, omnipresente y omnisciente; creador, juez, protector y, en algunos casos, salvador del universo y la humanidad. El amor no está limitado absolutamente por nada, y, por lo tanto, sería infinito. Infinito en relación al espacio (inmensidad del amor) o al tiempo (eternidad del amor). Con relación al espacio el amor sería infinito porque está presente en todo lugar e incluso fuera de él; tal atributo estaría relacionado con la omnipresencia. En cuanto al tiempo sería infinito por ser eterno.

Dijo flor de un día: mas me aburriria

Una hierba común, de esas que a veces llaman “malas”, 
tal vez por merodear por aquellos lugares inoportunos donde habita el hombre.



{La amapola fue denominada por los asirios “hija de los campos” 
y los griegos la consideraban la flor de Afrodita. 
Según la leyenda, la amapola nació de las lágrimas de Venus
 cuando esta lloró la muerte de Adonis.}

Esta planta anual aparece sobre todo en terrenos de cultivo, especialmente de cereal, o en bordes de caminos y carreteras como es de todos sabido. Y es que la amapola es una planta conocida por su oportunismo, colonizando las áreas desnudas con suma rapidez.
En la época que maduren sus frutos y se agoten sus reservas, la planta morirá tras haber cumplido con su misión: perpetuar la especie.
Otra sagaz treta, que aventaja a la amapola frente a sus competidores y nos descubre una vez más su éxito evolutivo, es la capacidad de emitir ciertas sustancias tóxicas al terreno con las que elimina a sus potenciales competidores (alelopatía). Sus raíces producen ciertas secreciones nocivas e inhibidoras capaces de impedir el desarrollo de otras hierbas a su alrededor.
Debido a las buenas propiedades de sus principios activos los pétalos y las semillas se emplean en la actualidad para combatir las manifestaciones de nerviosismo excesivo tanto en adultos como en niños, así como en los trastornos del sueño, donde esta planta tiene una marcada acción.