El amor es, supremo, omnipotente, omnipresente y omnisciente; creador, juez, protector y, en algunos casos, salvador del universo y la humanidad. El amor no está limitado absolutamente por nada, y, por lo tanto, sería infinito. Infinito en relación al espacio (inmensidad del amor) o al tiempo (eternidad del amor). Con relación al espacio el amor sería infinito porque está presente en todo lugar e incluso fuera de él; tal atributo estaría relacionado con la omnipresencia. En cuanto al tiempo sería infinito por ser eterno.

Severino Di Giovanni

Así como era libre y amplio en las relaciones humanas, así era de intransigente en cuanto a la lucha contra los explotadores y los limitadores de la libertad. Para él no tenía importancia si un compañero entraba a una iglesia para ver obras de arte o hacerse bendecir, lo importante era si ese compañero se comportaba fiel y constante en la lucha contra los enemigos. Si se movilizaba ya, si salía a la calle, si en su mente llevaba el concepto de revolución. Para él la teoría debía llevarse a la práctica de inmediato. No aceptaba métodos dialécticos, ni circunstancias propicias, ni situaciones maduras, ni políticas realistas. El sistema social es injusto, los poderosos son ladrones comunes que roban a los trabajadores, la policía está integrada por delincuentes armados y protege el dinero de los poderosos. No queda otra cosa que robar a los poderosos para devolver el dinero a sus legítimos dueños, hay que destruir a la policía, a los militares, a los poderes constituidos; todo lo que está al servicio de la clase burguesa. Y todo esto no se consigue con las buenas palabras y las conferencias. Se consigue con las armas, con la violencia de abajo. Terror contra terror. “Faccia a faccia col nemico” titulará Severino una sección de ese periódico propio que ya pergeña en su cabeza, al que le pondrá “Culmine”, es decir, la “Cúspide”, la “Altura”, la “Cima” de los anhelos de amor, de libertad, justicia