El amor es, supremo, omnipotente, omnipresente y omnisciente; creador, juez, protector y, en algunos casos, salvador del universo y la humanidad. El amor no está limitado absolutamente por nada, y, por lo tanto, sería infinito. Infinito en relación al espacio (inmensidad del amor) o al tiempo (eternidad del amor). Con relación al espacio el amor sería infinito porque está presente en todo lugar e incluso fuera de él; tal atributo estaría relacionado con la omnipresencia. En cuanto al tiempo sería infinito por ser eterno.

Así habló Zaratustra

Te enojas, perro de fuego: ¡así, pues, tengo razón en lo que he dicho sobre ti! Y para seguir teniéndola, oye algo de otro perro de fuego: éste habla verdaderamente desde el corazón de la tierra. Oro sale de su boca al respirar, y lluvia de oro: así lo quiere su corazón. ¡Qué le importan a él la ceniza y el humo y el légamo caliente! La risa sale revoloteando de él como una nube multicolor; ¡desdeña el gargareo y los escupitajos y el retortijón de tus entrañas! Pero el oro y la risa - los toma del corazón de la tierra: pues, para que lo sepas, - el corazón de la tierra es de oro.»

Así habló Zaratustra

Éste es el consejo que doy a los reyes y a las Iglesias y a todo lo que es débil por edad y por virtud - ¡dejaos derribar! ¡Para que vosotros volváis a la vida, y para que vuelva a vosotros - la virtud! - Así hablé yo ante el perro de fuego: entonces él me interrumpió gruñendo y preguntó: «¿Iglesia? ¿Qué es eso?» ¿Iglesia?, respondí yo, eso es una especie de Estado, y, ciertamente, la especie más em- bustera de todas. ¡Mas cállate, perro hipócrita! ¡Tú conoces perfectamente sin duda tu especie! Lo mismo que tú, es el Estado un perro hipócrita; lo mismo que a ti, gústale a él hablar con humo y aullidos, - para hacer creer, como tú, que habla desde el vientre de las cosas. Pues él, el Estado, quiere ser a toda costa el animal más importante en la tierra; y tam- bién esto se lo cree a él la gente. ­

Así habló Zaratustra

«Libertad» es lo que más os gusta aullar: pero yo he dejado de creer en «grandes acontecimientos» tan pronto como se presentan rodeados de muchos aullidos y mucho humo. ¡Y créeme, amigo ruido infernal! Los acontecimientos más grandes no son nuestras horas más estruendosas, sino las más silenciosas.

Así habló Zaratustra

Y éste es el relato de la conversación de Zaratustra con el perro de fuego242. La tierra, dijo él, tiene una piel; y esa piel tiene enfermedades. Una de ellas se llama, por ejemplo: «hombre».
''La flor no nace para ser hermosa… Nace para ser flor. Su belleza requiere que quien la mire tenga la capacidad para descubrirla. Pueden pasar a su lado cientos… miles… Algunos ni siquiera se percatarán de su existencia. Otros no encontrarán en ella nada singular que la haga resaltar del paisaje que la contiene. …Habrá quienes pensarán solo es una flor más. Aún talvez aparezcan los que le dedicarán un par de miradas atraídos por sus colores y seguirán su camino… Pero en algún momento aparecerá quien no la considere una flor más, y tenga todo el tiempo necesario para deleitarse observándola en cada milímetro, descubra nuevas sensaciones al acariciar suavemente sus pétalos, y no siga de largo, sino que decida que es una flor demasiado hermosa para no conservarla. Así con profundo cuidado y amor, cavará en torno de su raíz y poniendo todo su cariño y atención la llevará a su propio jardín donde a cada momento pueda tenerla cerca para quererla, apreciarla, dejarse cautivar por ella… para amarla. Y no le pedirá que cambie su color, su forma, su aroma. Ella nació flor. Ella nació así.''

Así habló Zaratustra

Y cuando hablé a solas con mi sabiduría salvaje, me dijo encolerizada: «Tú quieres, tú deseas, tú amas, ¡sólo por eso alabas tú la vida!» A punto estuve de contestarle mal y de decirle la verdad a la encolerizada; y no se puede contestar peor que «diciendo la verdad» a nuestra propia sabiduría. Así están, en efecto, las cosas entre nosotros tres. A fondo yo no amo más que a la vida - ¡y, en verdad, sobre todo cuando la odio! Y el que yo sea bueno con la sabiduría, y a menudo demasiado bueno: ¡esto se debe a que ella me recuerda totalmente a la vida! Tiene los ojos de ella, su risa, e incluso su áurea caña de pescar: ¿qué puedo yo hacer si las dos se asemejan tanto? Y una vez, cuando la vida me preguntó: ¿Quién es, pues, ésa, la sabiduría? - yo me apresuré a responder: «¡Ah sí!, ¡la sabiduría! Tenemos sed de ella y no nos saciamos, la miramos a través de velos, la intentamos apresar con redes. ¿Es hermosa? ¡Qué se yo! Pero hasta las carpas más viejas continúan picando en su cebo. Mudable y terca es; a menudo la he visto morderse los labios y peinarse a contrapelo. Acaso es malvada y falsa, y una mujer en todo; pero cabalmente cuando habla mal de sí es cuando más seduce.» Cuando dije esto a la vida ella rió malignamente y cerró los ojos. «¿De quién estás hablando?, dijo, ¿sin duda de mí? Y aunque tuvieras razón, - ¡decirme eso así a la cara! Pero ahora habla también de tu sabiduría.»

Así habló Zaratustra

¿Cómo soporté aquello? ¿Cómo vencí y superé tales heridas?196 ¿Cómo volvió mi alma a resurgir de esos sepulcros? Sí, algo invulnerable, insepultable hay en mí, algo que hace saltar las rocas: se llama mi voluntad. Silenciosa e incambiada avanza a través de los años. Su camino quiere recorrerlo con mis pies mi vieja voluntad; duro de corazón e invulne- rable es para ella el sentido. Invulnerable soy únicamente en mi talón197. ¡Todavía sigues viviendo ahí y eres idénti- ca a ti misma, pacientísima! ¡Siempre conseguiste atravesar todos los sepulcros! En ti vive todavía lo irredento de mi juventud; y como vida y juventud estás tú ahí sen- tada, llena de esperanzas, sobre amarillas ruinas de sepulcros. Sí, todavía eres tú para mí la que reduce a escombros todos los sepulcros: ¡salud a ti, voluntad mía! Y sólo donde hay sepulcros hay resurrecciones.

Así habló Zaratustra

En verdad, demasiado aprisa habéis muerto para mí, vosotros fugitivos. Pero no huisteis de mí, tampoco yo huí de vosotros: inocentes somos unos para otros en nuestra infideli- dad. ¡Para matarme a mí os estrangularon a vosotros, pájaros cantores de mis esperanzas! Sí, contra vosotros, queridísimos, disparó la maldad siempre sus flechas - ¡para dar en mi corazón!

Así habló Zaratustra

Con truenos y con celestes fuegos artificiales hay que hablar
 a los sentidos flojos y
dormidos.

Pero la voz de la belleza
habla quedo: sólo se desliza en las almas más despiertas

Así habló Zaratustra

Signos de sangre escribieron en el camino que ellos recorrieron, 
y su tontería enseñaba que con sangre se demuestra la verdad. 
Mas la sangre es el peor testigo de la verdad; 
la sangre envenena incluso la doctrina más pura, 
convirtiéndola en ilusión y odio de los corazones.
Y si alguien atraviesa una hoguera por defender su doctrina, 
- ¡qué demuestra eso! 
¡Mayor cosa es, en verdad, que del propio incendio salga la propia doctrina!  *

Así habló Zaratustra

'' Desde que hay hombres el hombre se ha alegrado demasiado poco: ¡tan sólo esto, hermanos míos, es nuestro pecado original! Y aprendiendo a alegrarnos mejor es como mejor nos olvidamos de hacer daño a otros y de imaginar daños. ''

Así hablo Zaratustra

Yo os elogio mi muerte, la muerte libre, que viene a mí porque yo quiero. ¿Y cuándo querré? - Quien tiene una meta y un heredero quiere la muerte en el momento justo para la meta y para el heredero. Y por respeto a la meta y al heredero ya no colgará coronas marchitas en el santuario dela vida.

Yo, a vos, te amo.


Así hablo Zaratustra

Muchas breves tonterías - eso se llama entre vosotros amor. Y vuestro matrimonio pone fin a muchas breves tonterías en la forma de una sola y prolongada estupidez.


Así hablo Zaratustra

Del hijo y del matrimonio.

Tengo una pregunta para ti solo, hermano mío: como una sonda lanzo esta pregunta a tu alma, para saber lo profunda que es. Tú eres joven y deseas para ti hijos y matrimonio. Pero yo te pregunto: ¿eres un hombre al que le sea lícito desear para sí un hijo? ¿Eres tú el victorioso, el domeñador de ti mismo, el soberano de los sentidos, el señor de tus virtudes? Así te pregunto. ¿O hablan en tu deseo el animal y la necesidad? ¿O la soledad? ¿O la insatisfacción contigo mismo?

Así hablo Zaratustra

''[...] Sea un juguete la mujer, puro y delicado, semejante a la piedra preciosa, iluminado por las virtudes de un mundo que todavía no existe. ¡Resplandezca en vuestro amor el rayo de una estrella! Diga vuestra voluntad: «¡Ojalá diese yo a luz el superhombre!» ¡Haya valentía en vuestro amor! ¡Con vuestro amor debéis lanzaros contra aquel que os infunde miedo! ¡Que vuestro honor esté en nuestro amor! Por lo demás, poco entiende de honor la mujer. Pero sea vuestro honor amar siempre más de lo que sois amadas y no ser nunca las segundas. Tema el varón a la mujer cuando ésta ama: entonces realiza ella todos los sacrificios, y todo lo demás lo considera carente de valor. Tema el varón a la mujer cuando ésta odia: pues en el fondo del alma el varón es tan sólo malvado, pero la mujer es allí mala.''

Así hablo Zaratustra

''En algún lugar existen todavía pueblos y rebaños, pero no entre nosotros, hermanos míos: aquí hay Estados. ¿Estado? ¿Qué es eso? ¡Bien! Abridme ahora los oídos, pues voy a deciros mi palabra sobre la muerte de los pueblos. Estado se llama el más frío de todos los monstruos fríos [...]''

Así hablo Zaratustra

''Si yo quisiera sacudir este árbol con mis manos, no podría. Pero el viento, que nosotros no vemos, lo maltrata y lo dobla hacia donde quiere. Manos invisibles son las que peor nos doblan y maltratan''

Así hablo Zaratustra

Quien escribe con sangre y en forma de sentencias,
 ése no quiere ser leído, sino aprendido de memoria.