El amor es, supremo, omnipotente, omnipresente y omnisciente; creador, juez, protector y, en algunos casos, salvador del universo y la humanidad. El amor no está limitado absolutamente por nada, y, por lo tanto, sería infinito. Infinito en relación al espacio (inmensidad del amor) o al tiempo (eternidad del amor). Con relación al espacio el amor sería infinito porque está presente en todo lugar e incluso fuera de él; tal atributo estaría relacionado con la omnipresencia. En cuanto al tiempo sería infinito por ser eterno.

Todos me dicen

Me contó la mañana que estaba loco por tí, que mi vida ya no me importaba; mediodía me tranquilizó y me dijo que ya te vería, me sacó un poco de mi locura, me apegó un rato más a la vida. Todos me dicen. La tarde no me dijo nada, ni siquiera me miró a la cara; la noche me meció y susurrando me dijo: (todos me dicen pero yo sigo sin estar a tu lado) tranquilo, mañana te cegará el sol. Todos me dicen...


* Canción sobre un poema de Ramón Romero Ruíz

Tomás




Nunca es 
muy temprano y nunca es 
demasiado 
¡y no hay ninguna droga mala para mí!

El dia de la Bestia

Me gustaría sonreir,  pero no tengo tantas drogas hoy aquí. 
Si me quieres arrodillar, córtame las piernas y aún podré volar.


¡Eih tío que me tienes harto! ¡que yo me como a dios por una pata! ¡que tú no sabes con quién te juegas los cuartos! ¡conmigo y tranquilo! soy un hombre bueno en todos los sentidos...  pero es que como cada día en el infierno me aburría me vine a malear; ví a la virgen maría, cansada de ser virgen, metiendo en un portal.

Si llega la policía no es pecado, vida mía, ponerse a disparar..

Sucede

{ Yo me quedé con su olor, 
 ella me arrancó la piel... 
 me dijo justo al final: no quiero volverte a ver... }


¡Eh lejos de mí! deja que corra el aire, no te quemes, va a salir el sol.

¡Sol déjame en paz! La luna me ilumina, en esta ruina entra la claridad.

¿Quién quiere saber? si estoy quemado o escondo un corazón helado y quema mi ser...

Prometeo


Si no fuera pa' mirarte ya no tendría cinco sentidos; ay, ay, golerte y tocarte y me gusta, me dice al oído. *  No me levanto ni me acuesto día que malvado cien veces no haya sido, no me entretengo, estoy en lucha entodavía, hoy voy ganando, ayer perdí * 

 Me regaló una herida, cierra de noche, abre de día; 
 - no sufras Prometeo - me dice siempre que la veo.


* Miguel hernandez

Prometeo

''El mito de Prometeo se patentiza al hacerse referencia al castigo incesante y cíclico y se hace literal poco más tarde con la aparición del propio nombre del titán. No hay en este texto alusión directa a la falta cometida por el titán ni al águila o buitrecon que ejecutará la tortura, pero la aparición de la herida que cíclicamente se cierra y abre ya sería por sí sola suficiente para pensar en este episodio mítico. En este caso, el “delito” cometido no es sino el pretender a la amada, el castigo, una mezcla de desaire y aprobación: una herida que se abre y se cierra. La amada, consciente de su superioridad, -colocada aquí en el plano que correspondería a Zeus- esquiva las pretensiones del amante de modo directo: “No sufras, Prometeo”, estableciendo el paralelismo entre el titán mitológico y el infeliz enamorado actual. Prometeo, castigado por pretender conseguir burlar la voluntad de Zeus, por alcanzar algo que le estaba vedado, se ve aquí como símbolo del que persigue el amor de una mujer que a veces lo desdeña, a veces lo admite, pero siempre siendo ella quien asume el mando de la relación [...] El pene ensangrentado como metáfora del placer sexual, pero placer no compartido sino individual, como individualista por excelencia es el Prometeo que roba el fuego del carro del Sol y, a resultas de ello, sale perdedor en su apuesta. Prometeo nos lleva a la idea del perdedor permanente del mismo modo que como perdedor podemos calificar al yo-lírico del texto de esta canción.

PROMETEO 



Titán amigo de los mortales, honrado principalmente por robar el fuego de los dioses en el tallo de una cañaheja, darlo a los hombres para su uso y posteriormente ser castigado por Zeus por este motivo. No tenía miedo alguno a los dioses, y ridiculizó a Zeus y a su poca perspicacia. Prometeo fue un gran benefactor de la humanidad. Urdió un primer engaño contra Zeus al realizar el sacrificio de un gran buey que dividió a continuación en dos partes: en una de ellas puso la piel, la carne y las vísceras, que ocultó en el vientre del buey y en la otra puso los huesos pero los cubrió de apetitosa grasa. Dejó entonces elegir a Zeus la parte que comerían los dioses. Zeus eligió la capa de grasa y se llenó de cólera cuando vio que en realidad había escogido los huesos. Desde entonces los hombres queman en los sacrificios los huesos para ofrecerlos a los dioses, pero la carne se la comen. Indignado por este engaño, Zeus privó a los hombres del fuego. Prometeo decidió robarlo, así que subió al monte Olimpo y lo cogió del carro de Helios o de la forja de Hefesto, y lo consiguió devolver a los hombres en el tallo de una cañaheja, que arde lentamente y resulta muy apropiado para este fin. De esta forma la humanidad pudo calentarse. (En otras versiones , Prometeo robaba las artes de Hefesto y Atenea, se llevaba también el fuego porque sin él no servían para nada, y proporcionaba de esta forma al hombre los medios con los que ganarse la vida) Para vengarse por esta segunda ofensa, Zeus ordenó a Hefesto que hiciese una mujer de arcilla llamada Pandora. Zeus le infundió vida y la envió por medio de Hermes al hermano de Prometeo: Epimeteo, en cuya casa se encontraba la jarra que contenía todas las desgracias (plagas, dolor, pobreza, crimen, etcétera) con las que Zeus quería castigar a la humanidad. Epimeteo se casó con ella para aplacar la ira de Zeus por haberla rechazado una primera vez a causa de las advertencias de su hermano para que no aceptase ningún regalo de los dioses y quien en castigo sería encadenado. Pandora terminaría abriendo el ánfora, tal y como Zeus había previsto. Tras vengarse así de la humanidad, Zeus se vengó también de Prometeo e hizo que lo llevaran al Cáucaso, donde fue encadenado por Hefesto con la ayuda de Bía y Cratos. Zeus envió un águila para que se comiera el hígado de Prometeo. Siendo éste inmortal, su hígado volvía a crecerle cada noche, y el águila volvía a comérselo cada día. Este castigo había de durar para siempre, pero Heracles pasó por el lugar de cautiverio de Prometeo de camino al jardín de las Hespérides y lo liberó disparando una flecha al águila. Esta vez no le importó a Zeus que Prometeo evitase de nuevo su castigo, al proporcionar la liberación más gloria a Heracles, quien era hijo de Zeus. Prometeo fue así liberado, aunque debía llevar con él un anillo unido a un trozo de la roca a la que fue encadenado. En otra versión Prometeo fue liberado por Hefesto tras revelar a Zeus el destino de que si tenía un hijo con la nereida Tetis, este hijo llegaría a ser más poderoso que su padre, quien quiera que éste fuera. Por ello Zeus evitó tener a Tetis como consorte y el hijo que tuvo ésta con Peleo fue Aquiles quien, tal y como decía la profecía, llegó a ser más poderoso que su padre. La Biblioteca mitológica recoge una versión según la cual Prometeo fue el creador de los hombres, modelándolos con barro. Prometeo se ofreció ante Zeus para cambiar su mortalidad por la inmortalidad de Quirón cuando éste fue herido accidentalmente por Heracles, lo que le produjo una herida incurable.