El amor es, supremo, omnipotente, omnipresente y omnisciente; creador, juez, protector y, en algunos casos, salvador del universo y la humanidad. El amor no está limitado absolutamente por nada, y, por lo tanto, sería infinito. Infinito en relación al espacio (inmensidad del amor) o al tiempo (eternidad del amor). Con relación al espacio el amor sería infinito porque está presente en todo lugar e incluso fuera de él; tal atributo estaría relacionado con la omnipresencia. En cuanto al tiempo sería infinito por ser eterno.

Así habló Zaratustra

A quien vive entre los buenos la compasión le enseña a mentir. La compasión vicia el aire a todas las almas libres. La estupidez de los buenos es, en efecto, insondable. A ocultarme a mí mismo y a ocultar mi riqueza - esto aprendí allá abajo: pues a todos los encontré todavía pobres de espíritu. Ésta fue la mentira de mi compasión, ¡el saber acerca de todos, - el ver y el oler en todos qué cantidad de espíritu les bastaba y qué cantidad de espíritu les resultaba demasiada! A sus envarados sabios: yo los llamaba sabios, no envarados, - así aprendí a tragar palabras. A sus sepultureros: yo los llamaba investigadores y escrutadores, - así aprendí a sustituir unas palabras por otras. Los sepultureros contraen enfermedades a fuerza de cavar. Bajo viejos escombros des- cansan vapores malsanos. No se debe remover el lodo. Se debe vivir sobre las montañas. ¡Con bienaventuradas narices vuelvo a respirar libertad de montaña! ¡Redimida se halla por fin mi nariz del olor de todo ser humano! Cosquilleada por agudos vientos, como por vinos espumeantes, mi alma estornuda, - estornuda y grita jubilosa: ¡He sanado!

Así habló Zaratustra

Pero allá abajo - allá todo habla, nada es escuchado. Aunque alguien anuncie su sabiduría con tañidos de campanas: ¡los tenderos del mercado ahogarán su sonido con peniques! Todo habla entre ellos, nadie sabe ya entender. Todo cae al agua, nada cae ya en pozos profundos. Todo habla entre ellos, nada se logra ya ni llega a su final. Todo cacarea, mas ¿quién quiere aún sentarse callado en el nido y encobar huevos? Todo habla entre ellos, todo queda triturado a fuerza de palabras. Y lo que todavía ayer resultaba demasiado duro para el tiempo mismo y para su diente: hoy cuelga, raído y roído, de los hocicos de los hombres de hoy.