III. PROFETAS Y
SACERDOTES
Puede decirse sin exageración que nunca estuvo tan difundido por el mundo como en la actualidad el conocimiento de las grandes ideas producidas por la especie humana, y que nunca esas ideas fueron menos efectivas que hoy. Las ideas de Platón y Aristóteles, de los profetas y de Cristo, deSpinoza y de Kant, son conocidas por millones de personas de las clases educadas de Europa y América. Se las enseña en miles de instituciones de enseñanza superior, y algunas de ellas son objeto de prédica en las iglesias de todos los cultos en todas partes. Y todo esto en un mundo que sigue los principios del egotismo irrestricto, que alimenta un nacionalismo histérico, y que se está preparando para una insensata masacre masiva. ¿Cómo explicar esta discrepancia? Las ideas no influyen profundamente en el hombre cuando sólo se las enseña como ideas y pensamientos. Por lo común, cuando se las presenta de tal manera, hacen cambiar a otras ideas; nuevos pensamientos toman el lugar de los antiguos; nuevas palabras toman el lugar de las antiguas. Pero todo lo que ocurre es un cambio en los conceptos y las palabras. ¿Por qué debería ser de otra mane-ra? Es extremadamente difícil que un hombre sea movido por ideas, y que capte una verdad. Para lograrlo, necesita superar resistencias de inercia profundamente arraigadas, vencer el miedo al error o a apartarse del rebaño. El mero familiarizarse con otras ideas no es suficiente, aunque éstas sean correctas y sólidas en sí mismas. Pero las ideas producen en verdad un efecto sobre el hombre si son vividas por quien las enseña, si son personificadas por el maestro, si aparecen encamadas. Si un hombre expresa la idea de humildad y es humilde, quienes lo oyen comprenderán qué es la humildad. No sólo comprenderán, sino que creerán que ese hombre está hablando acerca de una realidad, y no meramente pronunciando palabras. Lo mismo vale respecto de todas las ideas que un hombre,un filósofo o un instructor religioso traten de transmitir.