¿Qué satisfacción hallaremos los que hemos de llegar alas puertas de la muerte sin riquezas, ni honores, ni gloria?
¿A quien convenceremos de haber vivido en la verdad los que sólo recibimos el ataque o la burla de nuestro tiempo?
¿Nos defenderá toda esa gente para la que únicamente somos seres estrafalarios?
¿Habrá algún Dios capaz de entender la santidad que encierran nuestras ironías y blasfemias?
¿Cuál será esa divinidad tan sensata que comprenda nuestro diferente modo de existir?