El amor es, supremo, omnipotente, omnipresente y omnisciente; creador, juez, protector y, en algunos casos, salvador del universo y la humanidad. El amor no está limitado absolutamente por nada, y, por lo tanto, sería infinito. Infinito en relación al espacio (inmensidad del amor) o al tiempo (eternidad del amor). Con relación al espacio el amor sería infinito porque está presente en todo lugar e incluso fuera de él; tal atributo estaría relacionado con la omnipresencia. En cuanto al tiempo sería infinito por ser eterno.

La verdad es la única realidad

Del otro lado de la reja está la realidad,
de este lado de la reja también está la realidad;
la única irreal es la reja;
la libertad es real
aunque no se sabe bien si pertenece al mundo de los vivos,
al mundo de los muertos,
al mundo de las fantasías o al mundo de la vigilia,
al de la explotación o de la producción.

Los sueños, sueños son;
los recuerdos, aquel cuerpo, ese vaso de vino,
el amor y las flaquezas del amor, por supuesto,
forman parte de la realidad;
un disparo en la noche, en la frente de estos hermanos,
de estos hijos, aquellos gritos irreales
de dolor real de los torturados en el angelus eterno y siniestro
en una brigada de policía cualquiera son parte de la memoria,
no suponen necesariamente el presente,
pero pertenecen a la realidad.

La única aparente es la reja cuadriculando el cielo,
el canto perdido de un preso,
ladrón o combatiente,
la voz fusilada, resucitada al tercer día
en un vuelo inmenso cubriendo la Patagonia
porque las masacres, las redenciones, pertenecen a la realidad,
como la esperanza rescatada de la pólvora,
de la inocencia estival: son la realidad,
como el coraje y la convalecencia del miedo,
ese aire que se resiste a volver después del peligro
como los designios de todo un pueblo que marcha
hacia la victoria o hacia la muerte,
que tropieza, que aprende a defenderse, a rescatar lo suyo, su realidad.
Aunque parezca a veces una mentira,
la única mentira no es siquiera la traición,
es simplemente una reja que no pertenece a la realidad.

 (Cárcel de Villa Devoto, abril de 1973). Francisco Urondo Urondo nació en Santa Fe, en 1930. Murió en junio de 1976 mientras era perseguido por una patrulla paramilitar en Mendoza. Escribió varios libros de poesía: "Historia antigua", "Breves", "Lugares", "Del otro lado", "Adolecer", "Larga distancia". Participó del movimiento Poesía Buenos Aires, del que fue excluido en una reedición a partir de su militancia política. Fue uno de los poetas más importantes de su generación. Fue periodista, funcionario de la Universidad de Buenos Aires y militante montonero. Este poema fue escrito cuando estaba detenido en la cárcel de Villa Devoto, donde realizó el reportaje a los sobrevivientes de Trelew.