Manfred
Ella era similar a mí en lineamientos; sus ojos,
su cabello, sus facciones, todo, hasta aun el mismo tono
de su voz, se decía que eran idénticos a los míos,
pero todo suavizado, y temperado hacia la belleza;
ella tenía los mismos pensamientos y vagabundeos solitarios,
la búsqueda de saberes ocultos, y una mente
para comprender el universo. Y no todo esto solo,
sino unidas a ello facultades mucho más finas que las mías:
piedad, y sonrisas, y lágrimas, que yo no tenía;
y ternura, que yo sólo para ella podía tener;
y humildad, que yo tener nunca podré.
Sus faltas eran mías; sus virtudes eran sólo suyas;
yo la amé... y la destruí